miércoles, 5 de mayo de 2010

Pues Toma London

Fue la respuesta inmediata a la pregunta de "¿No querías London?" que mi Mordor interior me lanzó el primer día de estar aquí, cuando los dos niños se pusieron a gritar como locos, no sabía dónde estaba nada, ni qué hacer con nada, ni nada de nada. Y pa colmo de todo el padre me daba susto.

Escribo esto cuando es mi tercer día aquí, y la verdad es que parece que hiciera más. Mejor no sacar conclusiones sobre la velocidad temporal y la proporcionalidad a lo bien o mal que lo estás pasando...

El caso es que no sabía qué hacer, si crear un blog nuevo de temática específica londinense, o seguir con el rollo con este mismo. Y he decidido que voy a abrir otro. Y es que las posibilidades de que esto siga teniendo remotamente algo que ver con tener un buen día puede que sean más bien escasillas. Quien evita la ocasión, evita la contaminación.

Así que a demanda popular (de verdad que aún no me creo que haya demanda popular aquí, ajajjajaja) no sólo me he parado a escribir una entrada -el milagro será que ahora pueda conectarme para enviarla- sino que estoy intentando abrir un nuevo blog. Igual se va a llamar tal cual, como esta entrada. No estoy para pensar mucho, la verdad.

En fin, que sigo viva y que no sé por cuánto tiempo! xD

Besitos para el Club de Manhattan y el MiniClub del Roma ;)

PD: Ahora subiré el link al otro blog, y si acaso también lo pondré entre los blogs que sigo, porque bueno, de alguna manera lo sigo, digo yo.

jueves, 29 de abril de 2010

Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

14:26h. Eso es lo que oigo dentro de mi oído izquierdo cuando:

a) Bostezo
b) Duermo de ese lado
c) Me aprieto el oído de cualquier manera, no sólo tumbándome.

La opción más lógica hace unos años hubiera sido preguntar por ahí, o ir al médico o algo. Pero no estamos en hace unos años, así que directamente me he ido a Google a informarme sobre pitidos en los oídos.

He recordado entonces una cosa que mi amiga Silvi contaba hacía tiempo. Ella por lo visto escuchaba ese pitido constantemente, siempre, y que ningún médico sabía ni cómo ocurría ni por qué, y lo peor, cómo solucionarlo. Se llama tinnitus, o acúfenos, y es la forma más rápida de que alguien se vuelva majara, supongo. Yo lo haría.

Así que me encuentro en mitad de una tesis farmacológica mirando si el inocente diazepan de entrenamiento que me zampé la otra noche pudo ser un ototóxico y yo no lo sabía. No creo, pero es lo que tienen las taras y los nervios pre-viaje.

En otro orden de ideas, he leído en un sitio que igual la nube de ceniza llegaba a españa el fin de semana, con lo cual en realidad no sé de qué me extraño, pitidos es lo menos que me puede salir del estrés. Aunque quizá es un sitio de malas personas y asustaviejas al que no debería acercarme (lo sé, lo sé, no debo, pero ...).

Y en fin, acabo de acordarme de que esto iba a ser un blog ameno y tal, así que tiraré de tópicos y contaré un chiste super malo que mi hermano me ha pedido que publique porque a él le ha hecho mucha gracia -bueno y a mí- y yo soy una petarda (sic). Yo no sé contar chistes por muy andaluza que sea, lo dejo advertido.


Un hombre muy feo muy feo, desaliñado, con muletas, sin apenas dientes y una botella de vino en la mano, se pone a increpar a la salida de misa de 8. "Porque los curas son unos cabritos, y la iglesia es todo mentira ..." Una señora se le queda mirando y le advierte: "Si sigue hablando asi, dios le castigará"  "Pues como no me despeine..."

Hale, besitos.

sábado, 24 de abril de 2010

De Viajes Por Autopistas, Bollería Industrial y Volcanes.

Érase una vez una bloguera en la sombra que vivía en un reino muy muy lejano, al sur del sur, que todos los días suspiraba delante de la pantalla de su Goliath, mirando páginas de volcanes y aerolíneas.

Un buen día, la mañana que menos se lo esperaba, recibió una llamada. Querían que sustituyese en un colegio que ella ya conocía anteriormente, por siete horas. La Pqueña Bloguera, que era maestra pero no había tenido suerte con la búsqueda de empleo desde hacía...bueno, desde nunca, aceptó las siete horas que le ofrecían sin pensarlo. Dado que la llamada le había cogido por sorpresa, y  que la sorpresa se había producido escasos minutos después de haberse despertado, no fue hasta poco después que la Bloguera se dio cuenta de un detalle muy importante:  el colegio estaba a más de 50 km de distancia, y tendría que coger el coche.

La Pequeña Bloguera se puso muy triste y muy nerviosa. Le había llevado algún tiempo reunir valor suficiente para  conducir por ciudad de manera más o menos segura, pero jamás se atrevía por carretera, ya que la carretera le aterraba, y los carriles de aceleración más aún. Intentó pensar en alguna alternativa, pero todas las que se le ocurrían eran bastante complicadas. Recordó además que había visto alguna vez otros coches prudentitos como ella, a menos velocidad que otros, pero aun así llegando a su destino. Así que decidió no pensar en ello.

Al día siguiente, la Pequeña Bloguera se montó en el coche, respiró hondo, y salió a la autovía, se orientó estupendamente -hubo un pequeño y bochornoso incidente con las rutas que fue solventado- y llegó a tiempo a hacer sus sustituciones. El hecho de que durante la hora que duró el trayecto de ida, y la hora de la vuelta, tuviese las mandíbulas soldadas la una con la otra, no impidió que la Pequeña Bloguera se concentrara en los carteles y llegase a su destino. E incluso que adelantase a algún que otro coche. 

Ella, naturalmente, se sentía muy muy contenta, quizá un poco fastidiada por haber tenido el incidente con la orientación en las rutas, y alguna que otra vergüenza a causa de aparcamientos frustrados en línea. Pero al día siguiente, cuando el espejismo de tener una vida laboral -es decir, las horas de sustitución- tocó a su fin, la Pequeña Bloguera volvió a caer en la trampa de las webs de volcanes y aerolíneas, que hablaban de cataclismos variados y de volcanes más grandes despertando. Todo esto la devolvió a la realidad: no tenía una clase de  niños; tenía que volar a un reino muy, muy lejano, donde los cielos lloraban casi a diario y los doctores destripaban chicas de vida alegre en las calles. O quizá ya no, pero aun así.

Después de largas tertulias con los Sabios del Lugar, la Pequeña Bloguera decidió dos cosas. Una, que tenía que dejar de escuchar los susurros que le llegaban desde Mordor.

Y dos, que iba a comerse su peso en bollería industrial durante todo un largo fin de semana.

Y Colorín Colorado, este cuento se ha acabado...por hoy.

miércoles, 14 de abril de 2010

El Filósofo De Colorines -- o La Teoría De Los 50 Gilipollas.

Andaba ahora mismo por Manhattan leyendo la última entrada (si no lo conocéis, pasaros, es estupendo) cuando he pensado en venirme aquí a subir la mía propia -principalmente como terapia para descentrarme del Monotema de la Semana. Pero sobre todo porque hablaba de mentores, y entonces me ha hecho recordar a una persona a la que en realidad menciono de cuando en cuando, tantos años después.

No recuerdo haber tenido nunca lo que se dice un Mentor. Alguien tipo Dumbledore, alguien muy sabio junto al que aprender sobre la vida y sus misterios. Mis mentores, por llamarlos de alguna manera, llegaron a mí a través de páginas de papel, para pena mía, claro está. Pero sí de vez en cuando conocemos personas, como decirlo...luminosas. Como de colorines. Conozco un par de personas que aunque no las llamaría mentores, influyen en mí de un modo que a veces me gustaría poder hacer algo muy muy bueno por ellas para compensar la mitad de lo que ellas hacen por mí sin darse cuenta.

Pensando en cómo algunos profesores suelen hacer el papel de mentores a veces, he recordado a una persona que durante un sólo curso de algún modo consiguió despertar mi interés cuando aparentemente causaba el efecto contrario.

Hace algún tiempo ya, mi camino se cruzó con el de un hombre que intentaba enseñar algo de Filosofía a un puñado de alumnos que no estaban nada interesados en oír hablar de Filosofía. Para la mayoría de mis compañeros era un hombre poco agraciado y aburrido que salivaba en abundancia y cuyo aspecto repelía.

Lo que yo veía era una persona interesante de verdad, de ésas que te encuentras muy de tarde en tarde, pero que de inmediato sabes que te gustaría conservar alrededor. De ésas que no importa de lo que estén hablando, si de filosofía o de clases de conducción o de lo tarde que llegan los autobuses, cuando vuelves a tu casa tienes la sensación de que has aprendido cosas muy valiosas en el transcurso de la charla. Además, como suele pasar con estas personas, desprendía una amabilidad increíble.

Dos de mis amigas y yo, es decir, tres personas del total de una clase, pasamos no poco tiempo urdiendo planes y enfocando preguntas para acercarnos a él una vez que acababa la clase, bajo cualquier pretexto, y así poder escuchar su opinión sobre algunos libros o sobre lo que fuese. Nos sentíamos un poco bobas, pero como decía antes, uno no se encuentra a este tipo de personas luminosas muy a menudo, con lo que tampoco sabíamos muy bien cómo actuar. 

El curso terminó, y por desgracia al año siguiente ya no volví a verle más que un par de veces por los pasillos, preguntándome quiénes serían los afortunados que podían tenerle una hora para ellos, los cuales seguramente me cederían su sitio con alegría, para más recochineo del universo. 

Todo esto nos llevó a reflexionar y a dar con lo que terminamos bautizando como la Teoría de los 50 Gilipollas, que, en esencia, viene a contemplar el hecho de que cuando tenemos la suerte de encontrar una persona rellenita de cosas interesantes que compartir, una persona de colorines en medio de la masa de grises, más pronto que tarde termina volviendo a desaparecer de nuestro camino, como si sólo estuviéramos destinados a disfrutarla un ratito. Sin embargo, aquellas personas a derecha e izquierda que no nos escuchan, que vocean, que chupan la sangre, que nunca se alegran de que nos vaya bien, que nos ridiculizan, que  en definitiva nos hacen la vida más pesada, esos no se van. Los 50 Gilipollas nos acompañan durante todo el camino. 

No es una Teoría muy optimista. Pero a nosotras, por alguna razón, nos alegró saber que sólo era cuestión de tiempo y de paciencia. Tiempo para que volviera a cruzarse con nosotros una persona de colorines, y paciencia para encarar a los 50 Gilipollas con otro aire. 

~ BeLa   escuchando -y llorando a moco tendido porque la película es una maravilla y no puede evitarlo- Feather Theme, la melodía de Forrest Gump.

martes, 6 de abril de 2010

London Calling

Cuando son las 2:47 de la mañana, voy a subir la entrada a la que le he estado dando las vueltas desde hace meses pero que no quería subir porque ni siquiera lo quería pensar.

Resulta que me marcho a Londres. En diez días.


No me voy de vacaciones y no me voy excesivamente ilusionada. Me voy más bien con la sensación del que emigra empujado por las circunstancias a pesar de no tener nada claro que está tomando la decisión correcta. Me voy pensando en que no me gustan los aviones y no quiero montarme en ellos y me dan pánico.

En realidad creo que aún no comprendo que me voy y dejo aquí a quienes no se van conmigo.

Pero bueno. Otra parte de mí, la que escucha a la gente normal a la que se lo he dicho, en cierto modo está con ganas de saber qué pasará y cómo me irá. Llevo muchos años pensando en irme, y aunque eso no es como haber vendido el alma y puedo cambiar de opinión sin que nadie venga a matarme mientras duermo, creo que es bueno que pruebe.

Después de todo, España ya sé dónde está.

lunes, 29 de marzo de 2010

Piano Man

Alrededor de los nueve años aprendí a tocar el piano.

Después de que unos vecinitos amigos míos se apuntasen al conservatorio, a mí me entró el gusanillo musical, o lo que es lo mismo, me entraron ganas de ir al conservatorio con ellos. Mis padres, aunque dudosos, me matricularon en solfeo, donde coincidí además en la misma clase que mis vecinitos, así que no podía pedir más.

Mis vecinitos acabaron marchándose de Ceuta, la profesora era un limón y en realidad las clases me aburrían un poco* (-->*eran un absoluto calvario). Lo que yo quería era tocar el piano, no aprender lenguaje musical.  Así que pasado un tiempo también lo dejé.

Pero el caso es que en algún momento aprendí a tocar. Bueno, digo aprender por decir algo, porque obviamente nunca me enseñaron. Ni sabía entonces ni sé ahora tocar con partitura, pero tenía oído y me salían las cositas con escucharlas nada más.

¿Y por qué estoy contando una de los mayores arrepentimientos que tengo, el no haber terminado el Conservatorio? Pues porque a día de hoy, los pianistas me llaman mucho la atención y generalmente termina gustándome su música, sea del estilo que sea. De alguna manera es algo que me atrae mucho. Hay una diferencia abismal en la percepción que tengo de una persona antes y después de saber que toca el piano. Automáticamente esa persona sube varios puntos en interés. Guardo compulsivamente vídeos de pianistas y adoro cuando algún famoso se descubre como tocador de piano secreto. Tipo Hugh Laurie.

Lo que me lleva a Billy Joel.

Me encanta Billy Joel. Me encanta cómo toca el piano y me encanta su voz. Y esta noche, rebuscando vídeos, di por casualidad con uno que cada cierto tiempo recuerdo que me chifla, y entonces inicio un rulo de escuchas ininterrumpidas hasta que mi amor por la redescubierta canción va relajándose un poco.

Es lo que me ha pasado hoy con River Of Dreams. Cuando salió yo era una adolescentilla de instituto que quedó prendada con la canción. Ahora que lo pienso no conozco a nadie que no le guste River of Dreams. Además de que es fantástica, ritmo y coros y piano que la hacen muy pegadiza, tiene una letra muy honesta y muy bonita acerca de buscar algo que le falta, a pesar de ser un hombre poco espiritual.

Como Yuyú no me deja poner el video aquí y no tengo tiempo de buscar en otro sitio ahora mismo, dejo el link. Y la letra.

http://www.youtube.com/watch?v=2VS3s3NnNl8

RIVER OF DREAMS

In the middle of the night
I go walking in my sleep
From the mountains of faith
To the river so deep

I must be lookin' for something
Something sacred I lost
But the river is wide
And it's too hard to cross

Even though I know the river is wide
I walk down every evening and stand on the shore
I try to cross to the opposite side
So I can finally find what I've been looking for

In the middle of the night
I go walking in my sleep
Through the valley of fear
To a river so deep

I've been searching for something
Taken out of my soul
Something I'd never lose
Something somebody stole

I don't know why I go walking at night
But now I'm tired and I don't want to walk anymore
I hope it doesn't take the rest of my life
Until I find what it is I've been looking for

(Three beat Pause)
In the middle of the night
I go walking in my sleep
Through the jungle of doubt
To the river so deep

I know I'm searching for something
Something so undefined
That it can only be seen
By the eyes of the blind
In the middle of the night (break)

I’m not sure about a life after this
God knows I've never been a spiritual man
Baptized by the fire, I wade into the river
That is runnin' through the promised land (Long Five beat Pause)

In the middle of the night
I go walking in my sleep
Through the desert of truth
To the river so deep

We all end in the ocean
We all start in the streams
We're all carried along
By the river of dreams
in the middle of the night.


Qué quieres que te diga. De pelo de pollo.

PD: Punto extra por Billy Joel por su aspecto Men in Black y sus movimientos de baile.

jueves, 25 de marzo de 2010

La Noche Que Fui Zen

A falta de algo mejor que hacer en la laaaarga tarde que está siendo ésta, he decidido venir aquí y subir una entrada dedicada a la nochecita que pasé anoche, y cómo se convirtió en una velada de meditación entre ataque y ataque.

La cuestión, resumiendo, es que llevo dos semanas con lo que parecía un inofensivo catarro, pero que se está revelando como algo indefinido con muy mala leche y que parece haber intimado con la sinusitis. Después de haber cambiado de tratamiento, y sin entrar en detalles, me encontré una cierta mejoría en una parte...pero la otra es que ahora tengo una tos que, y perdona estimada, que sé que te da mucho asco, sospecho que en cualquier momento voy a estrellar la tráquea contra la pantalla del ordenador. Así de tremendo es.

El caso: que anoche no pegué ojo. Nunca jamás voy a decir "uff, no he dormido nada" cuando quiera decir  "uff, he dormido mal/menos de cinco horas". No dormir nada es lo que hice yo ayer, literalmente, porque los ataques de tos que me daban no me dejaron. 

La progresión normal de la situación hubiera sido que me entrasen los siete teleles. No soy una persona que tolere bien eso de estar enferma. Me gusta la Nebulosa que nos envuelve y más o menos soporto los dolores estoicamente. Eso sólo que no tengo paciencia cuando el asunto se alarga  porque sí.

Pero anoche, y contra todo pronóstico, fui Zen. Independientemente de lo que significa realmente el Zen, para mí siempre es la calma y el respirar hondo cuando estás a punto de estrellar algo, o a ti misma, contra una pared,  y cómo cambia un poco la cosa cuando se deja de luchar contra lo que para empezar no tiene sentido luchar. Pensé también en ese asunto que me tiene muy inquieta y para el cual no es lo mejor que yo esté enferma ahora. Igual es sólo que canalicé de manera espeluznante a Santiago de El Viejo y el Mar, pero la cosa es que me sorprendí pensando: "Psh, pues si no duermo, no duermo. En algún momento me vencerá el cansancio; y no es que tenga nada que hacer por la mañana".  O lo que es lo mismo, seguí el Flujo, que dicen.

¿Me ayudó esto a dormir? No. La tos siguió su curso y creo que fue a eso de las 10 de la mañana cuando ya no pude más y caí agotada.

¿Me ayudó esto a no pegarme un chocazo contra la pared // meterme la mano en la boca y arrancarme yo misma la tráquea de una vez por todas? Definitivamente.

Esta noche me espera un bis de ayer. Lo sé desde ya, porque son las ochoy media y en fin, la noche y los enfermos ya se sabe. Pero no me importa porque si anoche fui zen, hoy también puedo serlo.

Creo.

jueves, 18 de marzo de 2010

La Niña De La Batita Rosa

Mi patio de Ceuta, no sé si lo he contado alguna vez, era en realidad un largo rectángulo de cemento con una caseta de contadores hacia la mitad, y que acababa en un gran muro que a los niños nos daba un poco de repelús, por lo alto y lo deprimente que se veía (creo recordar ahora mismo que también tenía una losa con la imagen de una Virgen, la de África supongo, y quizá ayudaba al aura que tenía alrededor aquel muro).  El patio tenía hileras de bloques a izquierda y derecha, nombrados con letras. El mío era la K, que por alguna razón me gustaba porque era una letra rara.

En el patio había dos zonas claramente diferenciadas: la de arriba, donde estaba la porción de patio más ancha y por tanto donde elegíamos jugar siempre. Luego había una rampa -también de cemento- que se extendía a todo lo largo, interrumpida únicamente por unas escaleras cada tantos metros. Escaleras que daban a la parte de abajo, que casi no la usábamos para jugar porque era poco más que una acera y un trocito de patio.

Tendría yo unos tres años cuando el patio empezó a llamarme la atención. Obviamente aún era pequeña y no bajaba a la calle a jugar, pero mi madre me asomaba de vez en cuando a la ventana para que viera a los niños jugar abajo.

Fue entonces cuando vi por primera vez a La Niña de la Batita Rosa.

Ella tampoco bajaba a la calle todavía. La veía en su cocina, en el portal de justo enfrente, al otro lado del patio. Era una niña de más o menos mi edad, y que solía llevar una batita de estar por casa de color rosa. No recuerdo mucho por mí misma, sino más bien por lo que me han contado; pero sí que me acuerdo de estar mirando el trozo de cocina que veía (mi piso era un tercero y el suyo un segundo, así que se veía bien), y que muchas veces, la Niña de la Batita Rosa también se me quedaba mirando.

No mucho tiempo después, y la verdad es que tengo que preguntar a mis padres cómo ocurrió el encuentro exactamente, la Niña de la Batita Rosa y yo ya estábamos jugando juntas, primero en las casas de las dos, y más tarde en el patio. Casi todos los niños de los muchos bloques que había nos conocíamos. Y así hice muchas amigas además de aquella niña: Yoli y Ángela, Leni, Anita, Rocío, Barbarita, Tuli, Dani y Laurita, Alberto y Esther María, Carolina y Jorge, Jorge y Juanito, Estrella, Héctor, Eva, Rodolfo, Geno, Patri, Carlitos Revellado y Carmencita...yo que sé, éramos un buen puñado.

De todo esto que estoy contando han pasado casi 28 años, y reconozco que tengo cierta dificultad para comprender todo el tiempo que ha pasado desde entonces.

A muchos de aquellos niños, a casi todos, les perdí la pista cuando me marché de Ceuta. Sólo a mi mejor amiga del cole y a la Niña de la Batita Rosa las volví a ver una vez después, hace también muchísimo tiempo, y a la segunda volví a perderle la pista.

Pero anoche, y por una serie de casualidades a las que jamás encontraré explicación, volví a encontrar a la Niña de la Batita Rosa.

En una de las redes sociales que tan peligrosas pueden llegar a ser, yo encontré a la primera amiga que he tenido en la vida. Estaba convencida de que había pasado a formar parte de los recuerdos de la infancia y nada más. Pero resulta que yo ayer estuve hablando con ese recuerdo, que ahora es una mujer casada y con dos niñas preciosas.

Y a pesar de todo, por un momento estuve a punto de invitarla a subir a casa para enseñarle los nuevos cromos que había ganado en el recreo por la mañana.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Antojo Cultural Nocturno

3:30 am. Acabo de tener una especie de antojo cultural nocturno.

Necesito leerme Alice's Adventures in Wonderland sin perder tiempo (la versión inglesa, sí, pero no porque yo sea una snob, sino porque me han dicho que la versión española, Alicia en el País de las Maravillas, está bien, pero de maravilla nada. Claro que igual quien me lo ha dicho sí es un snob. No sé).

Me doy cuenta además de que esto está muy bien ahora que la versión de Tim Burton la va a poner de moda de nuevo. Por tener tema de conversación, digo.

Me pregunto si ahora, a las 4:03 am, encontraré algún pdf remolón por la red...

EDIT: Pues sí que lo encontré, sí... :)

martes, 16 de febrero de 2010

En Lugar De Entrada...

...y como hoy tengo prisa, voy a subir algo que deberían enseñar en los colegios entre la letra 'm' y los análisis sintácticos.

He estado leyendo este fin de semana algunas cosas que había guardado hacía años. Una de mis personas favoritas en todo el mundo decía algo así:

No tengo derecho a decir o hacer nada que disminuya a un hombre ante sí mismo. Lo que importa no es lo que yo pienso de él, sino lo que él piensa de sí mismo. Herir a un hombre en su dignidad es un crimen.

Antoine de Saint Exupéry nunca debió desaparecer de la faz de la tierra, literalmente.

Lo que me recuerda que yo pensaba dedicarle una entrada...

jueves, 11 de febrero de 2010

De Lateralidades, Coches Abollados y Autoestimas.

No me gusta conducir.

Recuerdo que hubo un tiempo en que sí me gustó. Fue un tiempo corto, en realidad: desde que conseguí hacerme con el control del coche en las prácticas y con la seguridad que daba tener al monitor justo al lado, hasta el mes y pico despúes del examen, en que conducir con una L detrás era una novedad que molaba.

Pero en realidad es que la L me costó dios y ayuda. Porque  resulta que yo soy ambidiestra (la palabra 'ambidextra' me da bastante coraje, así que yo lo escribo así), y en el mejor de los casos, con lateralidad cruzada, y por lo tanto la orientación espacial, la izquierda y la derecha, y la coordinación en general  --esto también podría ser que soy torpe simplemente-- son para mí conceptos confusos y que no domino muy bien.

Después de años sudando ante el hecho de tener que llevar el coche de mi casa a la vuelta de la esquina, últimamente conseguí dominarlo y por ciudad ya iba mejor (que no por carretera, que me da pánico), aunque sin dominar del todo esa coordinación del coche que llevo y los demás coches y las señales y las direcciones y...en fin, el caos.

Pues bien, toda esta pequeña autoestima que tanto tiempo me había costado atesorar quedó completamente abollada ayer por la tarde, junto con la puerta trasera, guardabarros y tapacubos del coche. Coche que, por cierto, no es mío.

La culpa es de que toda la ciudad, TODA, está en obras por razones variadas, todas absurdas. Tenemos una montada a lo muro de Berlín, y la calle que ayer no estaba cortada y que servía de viaducto hacia la parte norte de la ciudad, ahora ya no existe y encima no te han avisado. Así que allí estaba yo, entre cuatro coches, molestando justo en medio e impidiendo que los demás pudiesen maniobrar.

Recordemos que no calculo bien las distancias ni me oriento. Al final, para evitar un bollo con otro conductor, intenté quitarme un poco de enmedio para que pudiesen pasar los demás. Pero el coche de atrás no era un Fiat Punto, sino un Picasso de siete plazas. Oh, el destino.

Así que el coche quedó encajado junto a una farola y otro coche. Dado que tenía que rayarme contra algo, me decidí por la farola, que al menos no iba a demandarme por haberle hecho un rayón.

El resultado fue eso, puerta trasera, tapacubos, guardabarros...todo abollado y azul (como mi autoestima de conductora, solo que es negra y no azul)  y una noche a medias entre no pegar ojo y tener pesadillas con coches rayados y farolas en cuanto lo pegaba.

¿Qué hemos aprendido en el episodio de hoy, amiguitos?

- Que ser ambidiestro no mola tanto como la gente cree.
- Que conducir no está hecho para todo el mundo y nadie debería ser mirado mal si no le gusta hacerlo.
- Que la culpabilidad es muy mala.

Me voy a comer, que eso sí se hacerlo sin peligro.

sábado, 6 de febrero de 2010

Que Tengas Un Buen Día

Hoy he decidido que para compensar todo el drama anterior y sobre todo para no empezar a saltarme la lista de Propósitos de manera vergonzosa (hace días que no me paso por aquí) voy a hacer una lista así al azar de las cosas más absurdas (o no) que me hacen reír de forma infalible. INfalible.

1. Chistes muy malos y muy cortos. Ejemplos:

"Oye oye, que tienes la boca abierta."
"Ya lo sé, la he abierto yo."


"Se abre el telón y se ve un hombre con un carrito ambulante haciendo tortitas. Se cierra el telón, se abre de nuevo y sale el mismo hombre pero ahora con un carrito de perritos calientes. ¿Nombre de la peli? El Extortista"


"Abuelo, estás muy gordo."  "Sí hijo, como una tapia."

2. Cualquier tipo de muñequito con cara cachonda, de la tele o no. Algunos ejemplos visuales:

                   Pelochos (Sobre todo los unos)








  
                 Los Chiquiprecios









Jenji (Gingy en original), el muñeco de pan de jenjibre de Shrek:













Estos dos anónimos que me he encontrado mientras buscaba a Jenji:















3. Videos de bebés partidos de risa, (o en realidad de niños haciendo lo que sea, que están sembraos) como estos. En serio, el que no se ría con esto no tiene alma:







 4. Las pelis de la saga "...como puedas" Las vi de pequeña por primera vez y no me canso de verlas. Mi hermano y yo nos sabemos los chistes de memoria y es más, los utilizamos en nuestras conversaciones como lo más normal del mundo

NOTA: nos pasa lo mismo con Martes y Trece.













5. Gomaespuma. Da igual si es en la tele, en la radio, entrevistando a los príncipes o hablando normal. Por favor, Guillelmo y Juánluis, volved a la radio.








Hay más seguro, pero ésas son las del episodio de hoy, a la espera de recuperar la memoria.

PD: No sé por qué se ve así de raro. Cuando edito todo se ve en su sitio, así que en fin.

jueves, 21 de enero de 2010

DUQUE

No era mío, pero sólo por cuestiones técnicas, porque en realidad hacía tiempo que sí que lo era. O yo suya, que no se sabía muy bien quién era de quién.

No le vi hecho una bolita en una esquina, ahí tranquilo con apenas días, mirando el panorama sin inmutarse mientras sus hermanos de camada se movían histéricos de un lado para otro, ni como pasó de bolita con aspecto de pastor alemán, como su padre, a convertirse en un auténtico lobo, porque su madre fue una husky.

Tampoco vi cómo un día le picó una abeja y se asustó tanto que desde entonces veía una mosca grande y buscaba corriendo a cualquiera, con el rabo entre las patas, para que lo defendiera.

Todas esas cosas me las perdí. Pero le conocí alrededor de la mitad de su vida, así que vi muchas otras. Vi cómo teníamos que hablar bajito cuando no queríamos que se enterara de palabras como "calle" o "playa", porque las entendía perfectamente, y luego no había quien lo aguantara. O cómo disimulaba cuando quería acercarse a la basura y le pillaban, yendo al plato y cogiendo una sola bolita de comida mientras te miraba y masticaba lentamente como diciendo: "Qué? estoy aquí comiendo, no sé de qué hablas".

Siempre decían que él y yo nos parecíamos mucho, y al principio me reía, pero al final resulta que no lo decían por decir. Sus dueños me conocían a mí y le conocían a él... Así que cuando me di cuenta, me había aceptado en su manada humana y lo que es más, me había hecho favorita.

Vivió una vida larga y tranquila y buena. Siempre tuvo problemas de estómago, y de cuando en cuando sufría de vómitos que nos dio muchos sustos, pero al margen de eso, no tenía achaques. Estaba ágil, aunque más lento. Se había quedado un poco sordo, pero aún era capaz de distinguir el coche de sus dueños cuando pasaba por la calle.

Por eso el día que empezó a vomitar, un poco antes de navidad, no nos preocupamos mucho. Tres días después el veterinario nos dijo que tenía los pulmones encharcados, fallo renal, y el corazón muy débil. Que con la medicación que iba a darle podía quedarse durmiendo y no despertar. Pero que si se le repetían los ahogos, no habría solución.

No la hubo.

Por eso estas navidades pasadas no han sido navidades de verdad. Aunque no hubiera caído enferma y no hubiera llovido sin parar ni un día, el espíritu este año se lo había llevado Duque.

Yo nunca tuve mascotas, por lo que nunca hubiera imaginado que perder una no era perder una mascota, sino perder a alguien y punto.

Hoy hace un mes de todo eso.  Sigo sin poder evitar esperar aparezca en la puerta cuando llamo, o que salga corriendo al escuchar el timbre, o que espere a que yo termine de cenar porque sabe que me voy a comer un plátano a medias con él. Pero como todo duelo, un día ya no pesará tanto.

Y podré, por ejemplo, mirar fotos como ésta y sonreír. 


viernes, 8 de enero de 2010

New Year's Resolutions... La Lista.

2:57 am. Hora perfecta para pensar en los Propósitos de Año Nuevo, que ya estamos a día 8 y estas cosas cuanto antes se dejen claras mucho mejor.

La lista del 2009 he decidido que no voy a mirarla. No tiene sentido empezar la elaboración de ésta con un nubarrón en el espíritu.

1. Terminar mi bestseller. No creo que tenga que explicar este propósito, ya que lleva cinco años camino de seis -de hecho creo que son seis- encabezando las listas. Pero este año es diferente, así que estoy segura de que para verano ya está más que listo.

2. Adoptar una actitud muy zen y muy a lo Santiago de El Viejo y el Mar ante las cosas.

3. No sentirme culpable por hacer otras cosas que no sean buscar trabajo o lamentarme porque no lo tengo mientras no lo tengo. No tiene sentido, porque la cuestión es que la vida sigue con trabajo o sin él, así que todo es muy absurdo.

4. Dejar de mi odio ancestral por la lluvia a un lado.

5. Conseguir ahorrar un poco de ninerito para hacer un viaje. Preferentemente a London. O a cualquier otra parte si el dinero me llega.

6. Dejar de pensar 828973957 las cosas antes de que ocurran. No lleva a nada que no sea dolor de cabeza y pérdida de pelo a manojos, que podría dedicarme a hacer cojines tal y como está la cosa.

7. Dejar de ser indecisa patológica* (*propósito completamente inalcanzable porque contra la Madre Naturaleza, la genética y los años de decisiones a destiempo no se puede, pero al menos ser un poco más decidida a la hora de tomarlas). 

8. Ahorrar un poco más cada mes.

9. Ir al gimnasio de una vez por todas. Mi rodilla y el resto de mis articulaciones, por no decir mi ropa, me lo agradecerá.

10. Escribir más de dos entradas por mes. De verdad, esto me lo he planteado en serio. Aunque nadie lo lea, no tiene sentido tener un blog para no escribir en él. Y la coherencia es muy importante en esta vida, así que eso. 

Sospecho que dentro de exactamente dos segundos, es decir, justo cuando apriete el Publicar Entrada, se me ocurrirán otras mejores. Pero no pasa nada, irán a La Lista también, así que...

PD: Recomiendo hacer estas listas a todo el mundo. Son muy entretenidas.

viernes, 1 de enero de 2010

De Cómo Ya NO Estamos en 2009 y Por Qué No Sé Escribir 21010.

Bueno, ya NO estamos en 2009. 

Y la verdad es que eso nada más ya es un motivo de alegría. A priori, claro, que luego no sabemos si éste va a ser peor. Pero no creo, sinceramente. 

En realidad, por muy espíritu navideño que yo sea y por mucho que me gusten estas fechas, el día de Nochevieja me pone de mal humor. Nunca me ha gustado, siempre me da una sensación de entre tristeza y vértigo. Y mi hermano haciendo de sereno "Quedan dos horas, que lo sepas", o "Media hora, vamos, ya están aquí las campanadas como quien dice". No ayuda.  De hecho, dos minutos antes de las campanadas siempre acabo medio histérica, ya sea de risa o diciéndole a mi mencionado hermano que por dios se calle ya. 

Además, es que ni siquiera me gustan las uvas (aunque reconozco que el ambientillo de la Puerta del Sol me encanta).


Anoche recibí el Año Nuevo tal que así:

- Con el Jersey Navideño, negro y dorado.
- Pantalón de pijama de pirineo.
- Moño mal cogido con media peluca fuera.
- Espumillón dorado -juego con el Jersey- a modo de corona y enrollado en el moño mal cogido, a modo de adorno victoriano.
- Gafas de leer.
- Clínex agarrados con el elástico del pantalón del pijama.

Mi plan venía a ser algo como empezar el año sin ponerme peor (llevo más de una semana en cama con un catarro complicado con yo que sé, tuberculosis múltiple o algo, porque no es normal esto) pero sin renunciar tampoco a darle un tono festivo y navideño al asunto. Al mismo tiempo, tenía que recordarle al año nuevo que tengo unas gafas y que por tanto necesito un trabajo donde utilizarlas, que para jugar al mahjong y leer están bien, pero desaprovechadas, creo.

Así que en fin, hoy día 1 de Enero es la primera página en blanco de los cuadernos nuevos, como pienso todos los años. Así que ya estoy pensando en la Lista de las Resoluciones de Año Nuevo, que en realidad no cambian nunca, pero en fin.

Hale, pues eso. Como dice Piluna, feliz entrada, permanencia y salida de Año!

Bela x

PD:  En otro orden de ideas, no sé escribir el año nuevo sin equivocarme tal y como se ve en el título de la entrada. Para ponerlo bien, tengo que pensar que el año se llama "veinte" y "10". Si pienso en "dosmildiez", acabo escribiendo 21010. En fin.

PPD: Maldita sea. Olvidé la parafernalia de la ropa interior colorada..