miércoles, 14 de abril de 2010

El Filósofo De Colorines -- o La Teoría De Los 50 Gilipollas.

Andaba ahora mismo por Manhattan leyendo la última entrada (si no lo conocéis, pasaros, es estupendo) cuando he pensado en venirme aquí a subir la mía propia -principalmente como terapia para descentrarme del Monotema de la Semana. Pero sobre todo porque hablaba de mentores, y entonces me ha hecho recordar a una persona a la que en realidad menciono de cuando en cuando, tantos años después.

No recuerdo haber tenido nunca lo que se dice un Mentor. Alguien tipo Dumbledore, alguien muy sabio junto al que aprender sobre la vida y sus misterios. Mis mentores, por llamarlos de alguna manera, llegaron a mí a través de páginas de papel, para pena mía, claro está. Pero sí de vez en cuando conocemos personas, como decirlo...luminosas. Como de colorines. Conozco un par de personas que aunque no las llamaría mentores, influyen en mí de un modo que a veces me gustaría poder hacer algo muy muy bueno por ellas para compensar la mitad de lo que ellas hacen por mí sin darse cuenta.

Pensando en cómo algunos profesores suelen hacer el papel de mentores a veces, he recordado a una persona que durante un sólo curso de algún modo consiguió despertar mi interés cuando aparentemente causaba el efecto contrario.

Hace algún tiempo ya, mi camino se cruzó con el de un hombre que intentaba enseñar algo de Filosofía a un puñado de alumnos que no estaban nada interesados en oír hablar de Filosofía. Para la mayoría de mis compañeros era un hombre poco agraciado y aburrido que salivaba en abundancia y cuyo aspecto repelía.

Lo que yo veía era una persona interesante de verdad, de ésas que te encuentras muy de tarde en tarde, pero que de inmediato sabes que te gustaría conservar alrededor. De ésas que no importa de lo que estén hablando, si de filosofía o de clases de conducción o de lo tarde que llegan los autobuses, cuando vuelves a tu casa tienes la sensación de que has aprendido cosas muy valiosas en el transcurso de la charla. Además, como suele pasar con estas personas, desprendía una amabilidad increíble.

Dos de mis amigas y yo, es decir, tres personas del total de una clase, pasamos no poco tiempo urdiendo planes y enfocando preguntas para acercarnos a él una vez que acababa la clase, bajo cualquier pretexto, y así poder escuchar su opinión sobre algunos libros o sobre lo que fuese. Nos sentíamos un poco bobas, pero como decía antes, uno no se encuentra a este tipo de personas luminosas muy a menudo, con lo que tampoco sabíamos muy bien cómo actuar. 

El curso terminó, y por desgracia al año siguiente ya no volví a verle más que un par de veces por los pasillos, preguntándome quiénes serían los afortunados que podían tenerle una hora para ellos, los cuales seguramente me cederían su sitio con alegría, para más recochineo del universo. 

Todo esto nos llevó a reflexionar y a dar con lo que terminamos bautizando como la Teoría de los 50 Gilipollas, que, en esencia, viene a contemplar el hecho de que cuando tenemos la suerte de encontrar una persona rellenita de cosas interesantes que compartir, una persona de colorines en medio de la masa de grises, más pronto que tarde termina volviendo a desaparecer de nuestro camino, como si sólo estuviéramos destinados a disfrutarla un ratito. Sin embargo, aquellas personas a derecha e izquierda que no nos escuchan, que vocean, que chupan la sangre, que nunca se alegran de que nos vaya bien, que nos ridiculizan, que  en definitiva nos hacen la vida más pesada, esos no se van. Los 50 Gilipollas nos acompañan durante todo el camino. 

No es una Teoría muy optimista. Pero a nosotras, por alguna razón, nos alegró saber que sólo era cuestión de tiempo y de paciencia. Tiempo para que volviera a cruzarse con nosotros una persona de colorines, y paciencia para encarar a los 50 Gilipollas con otro aire. 

~ BeLa   escuchando -y llorando a moco tendido porque la película es una maravilla y no puede evitarlo- Feather Theme, la melodía de Forrest Gump.

6 comentarios:

Marita dijo...

Hola Bela,
ayer estuve leyendo entradas tuyas antiguas... creo que esto de pasar de Manhattan a que alguien te desee un buen día no está nada, pero que nada, mal..
Y es que en Manhattan estaba la cosa tan desierta que pensaba ¿dónde estarán mis amiguillas Bela, Idoya y Masi? -las tres niñas más lindas de por allí, en mi opinión, claro-. Claro que al final puede pasar de ser "Desde Manhattan" a "Sexo (femenino) en Nueva York". (je, je)
Me encanta la teoría esa de los 50 gilipollas. No lo había pensado, pero ¡qué gran verdad, coño! (¿se puede decir alguna palabrota esporádica en tu blog?). Allá voy, mis personas de colorines diría que son:
mi abuelo, que tenía una inteligencia fuera de serie, el don de la prudencia a raudales y me quería tanto.

mi madre, luchadora incansable y que sigo aprendiendo de ella todos los días. A esta aún la tengo -y espero que por mucho tiempo más-.

un profe de inglés que me descubrió que yo NO era retrasada mental - por mucho que algunas profesoras me hubieran hecho creelo así... ellas eran de los 50 gilipollas-.

un jefe que tuve que me lanzó a la piscina sin saber nadar y no fue rescatarme, aunque nunca me quitó ojo de encima... y vaya si aprendí! Era un líder natural, tenía una capacidad de hacer piña alrededor suya (¿o se dice suyo?) increíble.

Esas son las personas que creo que han visto en mí con nitinez y que han sabido guiarme.

Por último, es bueno llorar porque limpia el corazón pero creo que te lo vas a pasar muy bien en Londres, sólo hay que intentarlo. Cuando estés allí viaja, visita otras cuidades, que no te dé la "vena económica" que después te arrenpentirás (sé lo que digo...).

Para el miedo de avión.. piensa que a lo mejor ves algún famoso y así estás distraida un rato. Y después intenta leer, mirar a la gente para adivinar quien tiene miedo a volar, observar a las azafatas, darte un paseo por el pasillo por si ves un chaval guapo... cuando comience el aterrizaje puedes apostar contigo misma si habrá alguien que aplauda al piloto al tomar tierra... pues anda que no es divertido un avión!

(aunque me haya tomado la mañana de descanso, no me enrollo más)
Un abrazo

piluna dijo...

Para valiente tu niña... que te has convertido en todo un ejemplo a seguir y de superación...un besazo enormeeee.

Muackssssssssssss

Marita dijo...

Bela, querida, ¿te ha afectado la famosa nube de cenizas? ¿has llegado bien?

Miss_M dijo...

Marita, guapa! Pues sigo aquí en España hija, me cogió la nube de lleno. Ahora mismo estaba subiendo algo sobre eso, que me ha cortado todos los planes.

Que por cierto, qué bonito lo que pusiste de tu madre y tu abuelo. Cómo se echan de menos personas de ese tipo hoy en día, o al menos a mi alrededor ya están extintas, vaya.

Y cómo que tu profe te descubrió que NO eras retrasada mental y que otras te lo hacían pensar? Lo que yo te diga, los 50 gilipollas no se los quita uno de la chepa ni saltando (que por cierto, evidentemente puedes decir algún taco, teniendo en cuenta el nombre de la entrada en sí misma, ajajajja).

Y gracias enormes por los consejillos del avión. Aunque ahora a ver quién me sube a mí aunque digan que aquello está despejao...

Miss_M dijo...

Pilunilla mía, el supuesto ejemplo a seguir está más pallá que pacá, ajajaj. En fin, a ver cómo va la cosa, que yo ya estoy haciéndome ilusiones con eso de ir en tren y barco, o con el eurostar, que me da yuyu pero creo que menos :D

piluna dijo...

Bueno sea como sea mantenme informada y si hay o no cafeli el viernes ya me dices.... besitossss