miércoles, 5 de mayo de 2010

Pues Toma London

Fue la respuesta inmediata a la pregunta de "¿No querías London?" que mi Mordor interior me lanzó el primer día de estar aquí, cuando los dos niños se pusieron a gritar como locos, no sabía dónde estaba nada, ni qué hacer con nada, ni nada de nada. Y pa colmo de todo el padre me daba susto.

Escribo esto cuando es mi tercer día aquí, y la verdad es que parece que hiciera más. Mejor no sacar conclusiones sobre la velocidad temporal y la proporcionalidad a lo bien o mal que lo estás pasando...

El caso es que no sabía qué hacer, si crear un blog nuevo de temática específica londinense, o seguir con el rollo con este mismo. Y he decidido que voy a abrir otro. Y es que las posibilidades de que esto siga teniendo remotamente algo que ver con tener un buen día puede que sean más bien escasillas. Quien evita la ocasión, evita la contaminación.

Así que a demanda popular (de verdad que aún no me creo que haya demanda popular aquí, ajajjajaja) no sólo me he parado a escribir una entrada -el milagro será que ahora pueda conectarme para enviarla- sino que estoy intentando abrir un nuevo blog. Igual se va a llamar tal cual, como esta entrada. No estoy para pensar mucho, la verdad.

En fin, que sigo viva y que no sé por cuánto tiempo! xD

Besitos para el Club de Manhattan y el MiniClub del Roma ;)

PD: Ahora subiré el link al otro blog, y si acaso también lo pondré entre los blogs que sigo, porque bueno, de alguna manera lo sigo, digo yo.

jueves, 29 de abril de 2010

Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

14:26h. Eso es lo que oigo dentro de mi oído izquierdo cuando:

a) Bostezo
b) Duermo de ese lado
c) Me aprieto el oído de cualquier manera, no sólo tumbándome.

La opción más lógica hace unos años hubiera sido preguntar por ahí, o ir al médico o algo. Pero no estamos en hace unos años, así que directamente me he ido a Google a informarme sobre pitidos en los oídos.

He recordado entonces una cosa que mi amiga Silvi contaba hacía tiempo. Ella por lo visto escuchaba ese pitido constantemente, siempre, y que ningún médico sabía ni cómo ocurría ni por qué, y lo peor, cómo solucionarlo. Se llama tinnitus, o acúfenos, y es la forma más rápida de que alguien se vuelva majara, supongo. Yo lo haría.

Así que me encuentro en mitad de una tesis farmacológica mirando si el inocente diazepan de entrenamiento que me zampé la otra noche pudo ser un ototóxico y yo no lo sabía. No creo, pero es lo que tienen las taras y los nervios pre-viaje.

En otro orden de ideas, he leído en un sitio que igual la nube de ceniza llegaba a españa el fin de semana, con lo cual en realidad no sé de qué me extraño, pitidos es lo menos que me puede salir del estrés. Aunque quizá es un sitio de malas personas y asustaviejas al que no debería acercarme (lo sé, lo sé, no debo, pero ...).

Y en fin, acabo de acordarme de que esto iba a ser un blog ameno y tal, así que tiraré de tópicos y contaré un chiste super malo que mi hermano me ha pedido que publique porque a él le ha hecho mucha gracia -bueno y a mí- y yo soy una petarda (sic). Yo no sé contar chistes por muy andaluza que sea, lo dejo advertido.


Un hombre muy feo muy feo, desaliñado, con muletas, sin apenas dientes y una botella de vino en la mano, se pone a increpar a la salida de misa de 8. "Porque los curas son unos cabritos, y la iglesia es todo mentira ..." Una señora se le queda mirando y le advierte: "Si sigue hablando asi, dios le castigará"  "Pues como no me despeine..."

Hale, besitos.

sábado, 24 de abril de 2010

De Viajes Por Autopistas, Bollería Industrial y Volcanes.

Érase una vez una bloguera en la sombra que vivía en un reino muy muy lejano, al sur del sur, que todos los días suspiraba delante de la pantalla de su Goliath, mirando páginas de volcanes y aerolíneas.

Un buen día, la mañana que menos se lo esperaba, recibió una llamada. Querían que sustituyese en un colegio que ella ya conocía anteriormente, por siete horas. La Pqueña Bloguera, que era maestra pero no había tenido suerte con la búsqueda de empleo desde hacía...bueno, desde nunca, aceptó las siete horas que le ofrecían sin pensarlo. Dado que la llamada le había cogido por sorpresa, y  que la sorpresa se había producido escasos minutos después de haberse despertado, no fue hasta poco después que la Bloguera se dio cuenta de un detalle muy importante:  el colegio estaba a más de 50 km de distancia, y tendría que coger el coche.

La Pequeña Bloguera se puso muy triste y muy nerviosa. Le había llevado algún tiempo reunir valor suficiente para  conducir por ciudad de manera más o menos segura, pero jamás se atrevía por carretera, ya que la carretera le aterraba, y los carriles de aceleración más aún. Intentó pensar en alguna alternativa, pero todas las que se le ocurrían eran bastante complicadas. Recordó además que había visto alguna vez otros coches prudentitos como ella, a menos velocidad que otros, pero aun así llegando a su destino. Así que decidió no pensar en ello.

Al día siguiente, la Pequeña Bloguera se montó en el coche, respiró hondo, y salió a la autovía, se orientó estupendamente -hubo un pequeño y bochornoso incidente con las rutas que fue solventado- y llegó a tiempo a hacer sus sustituciones. El hecho de que durante la hora que duró el trayecto de ida, y la hora de la vuelta, tuviese las mandíbulas soldadas la una con la otra, no impidió que la Pequeña Bloguera se concentrara en los carteles y llegase a su destino. E incluso que adelantase a algún que otro coche. 

Ella, naturalmente, se sentía muy muy contenta, quizá un poco fastidiada por haber tenido el incidente con la orientación en las rutas, y alguna que otra vergüenza a causa de aparcamientos frustrados en línea. Pero al día siguiente, cuando el espejismo de tener una vida laboral -es decir, las horas de sustitución- tocó a su fin, la Pequeña Bloguera volvió a caer en la trampa de las webs de volcanes y aerolíneas, que hablaban de cataclismos variados y de volcanes más grandes despertando. Todo esto la devolvió a la realidad: no tenía una clase de  niños; tenía que volar a un reino muy, muy lejano, donde los cielos lloraban casi a diario y los doctores destripaban chicas de vida alegre en las calles. O quizá ya no, pero aun así.

Después de largas tertulias con los Sabios del Lugar, la Pequeña Bloguera decidió dos cosas. Una, que tenía que dejar de escuchar los susurros que le llegaban desde Mordor.

Y dos, que iba a comerse su peso en bollería industrial durante todo un largo fin de semana.

Y Colorín Colorado, este cuento se ha acabado...por hoy.

miércoles, 14 de abril de 2010

El Filósofo De Colorines -- o La Teoría De Los 50 Gilipollas.

Andaba ahora mismo por Manhattan leyendo la última entrada (si no lo conocéis, pasaros, es estupendo) cuando he pensado en venirme aquí a subir la mía propia -principalmente como terapia para descentrarme del Monotema de la Semana. Pero sobre todo porque hablaba de mentores, y entonces me ha hecho recordar a una persona a la que en realidad menciono de cuando en cuando, tantos años después.

No recuerdo haber tenido nunca lo que se dice un Mentor. Alguien tipo Dumbledore, alguien muy sabio junto al que aprender sobre la vida y sus misterios. Mis mentores, por llamarlos de alguna manera, llegaron a mí a través de páginas de papel, para pena mía, claro está. Pero sí de vez en cuando conocemos personas, como decirlo...luminosas. Como de colorines. Conozco un par de personas que aunque no las llamaría mentores, influyen en mí de un modo que a veces me gustaría poder hacer algo muy muy bueno por ellas para compensar la mitad de lo que ellas hacen por mí sin darse cuenta.

Pensando en cómo algunos profesores suelen hacer el papel de mentores a veces, he recordado a una persona que durante un sólo curso de algún modo consiguió despertar mi interés cuando aparentemente causaba el efecto contrario.

Hace algún tiempo ya, mi camino se cruzó con el de un hombre que intentaba enseñar algo de Filosofía a un puñado de alumnos que no estaban nada interesados en oír hablar de Filosofía. Para la mayoría de mis compañeros era un hombre poco agraciado y aburrido que salivaba en abundancia y cuyo aspecto repelía.

Lo que yo veía era una persona interesante de verdad, de ésas que te encuentras muy de tarde en tarde, pero que de inmediato sabes que te gustaría conservar alrededor. De ésas que no importa de lo que estén hablando, si de filosofía o de clases de conducción o de lo tarde que llegan los autobuses, cuando vuelves a tu casa tienes la sensación de que has aprendido cosas muy valiosas en el transcurso de la charla. Además, como suele pasar con estas personas, desprendía una amabilidad increíble.

Dos de mis amigas y yo, es decir, tres personas del total de una clase, pasamos no poco tiempo urdiendo planes y enfocando preguntas para acercarnos a él una vez que acababa la clase, bajo cualquier pretexto, y así poder escuchar su opinión sobre algunos libros o sobre lo que fuese. Nos sentíamos un poco bobas, pero como decía antes, uno no se encuentra a este tipo de personas luminosas muy a menudo, con lo que tampoco sabíamos muy bien cómo actuar. 

El curso terminó, y por desgracia al año siguiente ya no volví a verle más que un par de veces por los pasillos, preguntándome quiénes serían los afortunados que podían tenerle una hora para ellos, los cuales seguramente me cederían su sitio con alegría, para más recochineo del universo. 

Todo esto nos llevó a reflexionar y a dar con lo que terminamos bautizando como la Teoría de los 50 Gilipollas, que, en esencia, viene a contemplar el hecho de que cuando tenemos la suerte de encontrar una persona rellenita de cosas interesantes que compartir, una persona de colorines en medio de la masa de grises, más pronto que tarde termina volviendo a desaparecer de nuestro camino, como si sólo estuviéramos destinados a disfrutarla un ratito. Sin embargo, aquellas personas a derecha e izquierda que no nos escuchan, que vocean, que chupan la sangre, que nunca se alegran de que nos vaya bien, que nos ridiculizan, que  en definitiva nos hacen la vida más pesada, esos no se van. Los 50 Gilipollas nos acompañan durante todo el camino. 

No es una Teoría muy optimista. Pero a nosotras, por alguna razón, nos alegró saber que sólo era cuestión de tiempo y de paciencia. Tiempo para que volviera a cruzarse con nosotros una persona de colorines, y paciencia para encarar a los 50 Gilipollas con otro aire. 

~ BeLa   escuchando -y llorando a moco tendido porque la película es una maravilla y no puede evitarlo- Feather Theme, la melodía de Forrest Gump.

martes, 6 de abril de 2010

London Calling

Cuando son las 2:47 de la mañana, voy a subir la entrada a la que le he estado dando las vueltas desde hace meses pero que no quería subir porque ni siquiera lo quería pensar.

Resulta que me marcho a Londres. En diez días.


No me voy de vacaciones y no me voy excesivamente ilusionada. Me voy más bien con la sensación del que emigra empujado por las circunstancias a pesar de no tener nada claro que está tomando la decisión correcta. Me voy pensando en que no me gustan los aviones y no quiero montarme en ellos y me dan pánico.

En realidad creo que aún no comprendo que me voy y dejo aquí a quienes no se van conmigo.

Pero bueno. Otra parte de mí, la que escucha a la gente normal a la que se lo he dicho, en cierto modo está con ganas de saber qué pasará y cómo me irá. Llevo muchos años pensando en irme, y aunque eso no es como haber vendido el alma y puedo cambiar de opinión sin que nadie venga a matarme mientras duermo, creo que es bueno que pruebe.

Después de todo, España ya sé dónde está.

lunes, 29 de marzo de 2010

Piano Man

Alrededor de los nueve años aprendí a tocar el piano.

Después de que unos vecinitos amigos míos se apuntasen al conservatorio, a mí me entró el gusanillo musical, o lo que es lo mismo, me entraron ganas de ir al conservatorio con ellos. Mis padres, aunque dudosos, me matricularon en solfeo, donde coincidí además en la misma clase que mis vecinitos, así que no podía pedir más.

Mis vecinitos acabaron marchándose de Ceuta, la profesora era un limón y en realidad las clases me aburrían un poco* (-->*eran un absoluto calvario). Lo que yo quería era tocar el piano, no aprender lenguaje musical.  Así que pasado un tiempo también lo dejé.

Pero el caso es que en algún momento aprendí a tocar. Bueno, digo aprender por decir algo, porque obviamente nunca me enseñaron. Ni sabía entonces ni sé ahora tocar con partitura, pero tenía oído y me salían las cositas con escucharlas nada más.

¿Y por qué estoy contando una de los mayores arrepentimientos que tengo, el no haber terminado el Conservatorio? Pues porque a día de hoy, los pianistas me llaman mucho la atención y generalmente termina gustándome su música, sea del estilo que sea. De alguna manera es algo que me atrae mucho. Hay una diferencia abismal en la percepción que tengo de una persona antes y después de saber que toca el piano. Automáticamente esa persona sube varios puntos en interés. Guardo compulsivamente vídeos de pianistas y adoro cuando algún famoso se descubre como tocador de piano secreto. Tipo Hugh Laurie.

Lo que me lleva a Billy Joel.

Me encanta Billy Joel. Me encanta cómo toca el piano y me encanta su voz. Y esta noche, rebuscando vídeos, di por casualidad con uno que cada cierto tiempo recuerdo que me chifla, y entonces inicio un rulo de escuchas ininterrumpidas hasta que mi amor por la redescubierta canción va relajándose un poco.

Es lo que me ha pasado hoy con River Of Dreams. Cuando salió yo era una adolescentilla de instituto que quedó prendada con la canción. Ahora que lo pienso no conozco a nadie que no le guste River of Dreams. Además de que es fantástica, ritmo y coros y piano que la hacen muy pegadiza, tiene una letra muy honesta y muy bonita acerca de buscar algo que le falta, a pesar de ser un hombre poco espiritual.

Como Yuyú no me deja poner el video aquí y no tengo tiempo de buscar en otro sitio ahora mismo, dejo el link. Y la letra.

http://www.youtube.com/watch?v=2VS3s3NnNl8

RIVER OF DREAMS

In the middle of the night
I go walking in my sleep
From the mountains of faith
To the river so deep

I must be lookin' for something
Something sacred I lost
But the river is wide
And it's too hard to cross

Even though I know the river is wide
I walk down every evening and stand on the shore
I try to cross to the opposite side
So I can finally find what I've been looking for

In the middle of the night
I go walking in my sleep
Through the valley of fear
To a river so deep

I've been searching for something
Taken out of my soul
Something I'd never lose
Something somebody stole

I don't know why I go walking at night
But now I'm tired and I don't want to walk anymore
I hope it doesn't take the rest of my life
Until I find what it is I've been looking for

(Three beat Pause)
In the middle of the night
I go walking in my sleep
Through the jungle of doubt
To the river so deep

I know I'm searching for something
Something so undefined
That it can only be seen
By the eyes of the blind
In the middle of the night (break)

I’m not sure about a life after this
God knows I've never been a spiritual man
Baptized by the fire, I wade into the river
That is runnin' through the promised land (Long Five beat Pause)

In the middle of the night
I go walking in my sleep
Through the desert of truth
To the river so deep

We all end in the ocean
We all start in the streams
We're all carried along
By the river of dreams
in the middle of the night.


Qué quieres que te diga. De pelo de pollo.

PD: Punto extra por Billy Joel por su aspecto Men in Black y sus movimientos de baile.

jueves, 25 de marzo de 2010

La Noche Que Fui Zen

A falta de algo mejor que hacer en la laaaarga tarde que está siendo ésta, he decidido venir aquí y subir una entrada dedicada a la nochecita que pasé anoche, y cómo se convirtió en una velada de meditación entre ataque y ataque.

La cuestión, resumiendo, es que llevo dos semanas con lo que parecía un inofensivo catarro, pero que se está revelando como algo indefinido con muy mala leche y que parece haber intimado con la sinusitis. Después de haber cambiado de tratamiento, y sin entrar en detalles, me encontré una cierta mejoría en una parte...pero la otra es que ahora tengo una tos que, y perdona estimada, que sé que te da mucho asco, sospecho que en cualquier momento voy a estrellar la tráquea contra la pantalla del ordenador. Así de tremendo es.

El caso: que anoche no pegué ojo. Nunca jamás voy a decir "uff, no he dormido nada" cuando quiera decir  "uff, he dormido mal/menos de cinco horas". No dormir nada es lo que hice yo ayer, literalmente, porque los ataques de tos que me daban no me dejaron. 

La progresión normal de la situación hubiera sido que me entrasen los siete teleles. No soy una persona que tolere bien eso de estar enferma. Me gusta la Nebulosa que nos envuelve y más o menos soporto los dolores estoicamente. Eso sólo que no tengo paciencia cuando el asunto se alarga  porque sí.

Pero anoche, y contra todo pronóstico, fui Zen. Independientemente de lo que significa realmente el Zen, para mí siempre es la calma y el respirar hondo cuando estás a punto de estrellar algo, o a ti misma, contra una pared,  y cómo cambia un poco la cosa cuando se deja de luchar contra lo que para empezar no tiene sentido luchar. Pensé también en ese asunto que me tiene muy inquieta y para el cual no es lo mejor que yo esté enferma ahora. Igual es sólo que canalicé de manera espeluznante a Santiago de El Viejo y el Mar, pero la cosa es que me sorprendí pensando: "Psh, pues si no duermo, no duermo. En algún momento me vencerá el cansancio; y no es que tenga nada que hacer por la mañana".  O lo que es lo mismo, seguí el Flujo, que dicen.

¿Me ayudó esto a dormir? No. La tos siguió su curso y creo que fue a eso de las 10 de la mañana cuando ya no pude más y caí agotada.

¿Me ayudó esto a no pegarme un chocazo contra la pared // meterme la mano en la boca y arrancarme yo misma la tráquea de una vez por todas? Definitivamente.

Esta noche me espera un bis de ayer. Lo sé desde ya, porque son las ochoy media y en fin, la noche y los enfermos ya se sabe. Pero no me importa porque si anoche fui zen, hoy también puedo serlo.

Creo.