Hablaba servidora el otro día del anonimato tan coqueto del que gozaba este bloguito. Y en fin, aunque anonimato sigue teniendo, hay dos personas a las que les abrí las puertas el otro día, y a las que nunca se me había ocurrido decirles que se pasaran, pero no por nada en concreto, sino por eso, porque no se lo suelo decir a nadie.
El caso: que una de ellas es la del título. La Otra no tardará en caer ;)
Ella fue, junto con La Otra, la causa de que lo que iba a ser una visita relámpago de cinco minutos, se convirtiese en una visita de duración indeterminada que ha llegado hasta hoy. Hasta ahora mismo que estoy tecleando esto.
La Mujer Que Es Su Propia Diosa inventa nombres como estos para las cosas más inesperadas, y te tienes que reír por más que tengas un día no tan bueno como deberías.
Es capaz de hacer una excursión al norte, al este, a donde sea, con tal de pasar un buen rato con la gente que le importa. Por esa misma gente saca uñas, pecho y lo que haya que sacar. Es lo que tiene ser una persona legal. Y leal.
Tiene un corazón tan grande como ella, o más en realidad, porque últimamente come lechuga y
A pesar de que mucha gente la ha tratado muy injustamente por única estúpida razón de contar los años que lleva en el mundo, ya quisiéramos muchos con más años ser tal y como ella es y tener las cosas tan claras como ella las tiene.
Está estupenda por más que ella no siempre lo vea.
La Mujer Que Es Su Propia Diosa cumplió ayer años, no muchos, pero oye. Y por eso le he querido dedicar la entrada de hoy a ella y solamente a ella, en exclusiva. Porque la quiero, la adoro y le compro un loro.
Y sobre todo porque es una de las personas que hacen que yo tenga un buen día aunque no lo tenga.
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