miércoles, 27 de junio de 2007

oCHo CoNFeSioNeS y uNa eXPLiCaCióN

Bueno, parece mentira que me haya decidido por fin a volver a entrar algo por aquí. Podría contaros por qué he tardado tanto y blablabla, pero la verdad es que ha sido cansado vivirlo, así que escribirlo también lo es. Nos quedamos con que aquí estoy, jejeje.

Y como la vez anterior, he vuelto para encontrarme que estoy nominadísima por otratazadecafe. OCHO CONFESIONES esta vez, nada menos. Desde luego el listón lo ha dejado altito, y a su lado me da la sensación de que mis confesiones no sólo parecen de mercadillo, sino de mercadillo de una niña de 8 años, jajajaj. En fin, a lo que veníamos. Aquí van las mías, que nadie -o casi nadie, la verdad, que algunos sí que hay por ahí- conoce.

1. Soy una persona muy tímida. para los que no me conocéis, esto no tiene mucha pinta de confesión. Pero el que me conoce en persona -hola Pilu- estará preguntándose por qué mentir en un blog donde no me conoce nadie. Y se lo estará preguntando porque, técnicamente, creo que sería capaz de sacarle conversación a una caracola de la playa si me das 20 minutos. Pero en el fondo, y eso sólo lo sé y lo sufro yo, se me acelera el pulso cada vez que conozco a alguien nuevo; cada vez que tengo que llamar por teléfono a algún sitio; cada vez que me hacen un cumplido y cada vez que hablo con gente extraña. Si no parezco tímida, es justamente porque es mi mecanismo de supervivencia para superarlo. Pero últimamente consume mucho y da poco.

2. Soy muy llorona. Pocos lo han presenciado, pero a mí es muy fácil removerme las entrañas. Una escena un poco más blandita de lo normal, un párrafo de un libro, una historia que me cuentan.

3. Vivo en mi casa con la misma tranquilidad con la que viven los palestinos: nunca sabes dónde ni cuando estallará la siguiente bomba. Un día es en el salón, otro en la cocina, en el baño, en tu habitación. Diez de la mañana, de la noche, da igual. Mi madre ha acabado por ver el mundo al revés, y en ese mundo, yo soy Israel.

4. Soy una incondicional absoluta de Daniel Radcliffe (Harry Potter para los no iniciados ;). Hasta el punto de que su obra de teatro en Londres fue el empujón definitivo para planear un viaje a Londres que llevaba esperando hacer desde hacía más de diez años. Evitad comentarios acerca de los tamaños de las cosas, porque me pondré de muy mal humor.

5. Me llevé no sé cuántos años escribiendo un diario. En él, contaba ñoñerías, como casi todo el mundo que escribe diarios, pero también cosas muy profundas que necesitaba digerir después de que ocurrieran, aunque fueran nimiedades. Ahora ya no lo escribo, lo que no quiere decir que haya dejado de digerir, solo que ahora lo hago mentalmente.

6. Escribo historias, pero casi nadie lo sabe. Sólo un par de amigas, de hecho, que me dan confianza suficiente para hacerlo, aunque sea muy malo y no me lo digan, o muy bueno, quien sabe ;) Igual algún día las leeis vosotros también en alguna librería. Tengo una que empecé con 8 años. Y aunque nunca la he acabado, sé lo que pasa en mi cabeza, así que igual algún dia me siento y la termino.

7. Una vez, cuando podía tener unos seis o siete años, fui al colegio contando que había visto a la Vírgen en mi habitación. Pasaba por una de esas etapas de fervor religioso pre-comunión de colegio de monjas. Es algo que nunca he podido olvidar con los años, el sentimiento de que, si lo contaba lo suficientemente a menudo y a las personas suficientes, terminaría haciéndose realidad.

8. Me siento extremadamente incómoda con el contacto físico, aunque todo depende de quién venga, claro está. Cuando alguien me abraza me siento atrapada. Esto no se aplica a mi querido J... en general. Hay veces que también. Nunca he dado un abrazo espontáneo a mis padres o a mi hermano, o les he dicho que los quiero. Y me mata el pensar que algún día no estarán para que pueda hacerlo, y se me encoge el alma. Aun así, aún no he sido capaz de atravesar los muros.

Y bueno, la entrada me ha quedado tela de deprimente y absurda, como me temía... En fin, mañana será otro día, e intentaré empezar a contar mi viaje a Londres, cuyo recuerdo me hace bien y me hace mal... (Martin,Ricky. (2006)), pero es más ameno que la vida real.


Nos vemos,

BeL

PD: ahh, la explicación. Alguien me preguntó si hay alguna razón absurda por la que escribo las consonantes en mayúscula y las vocales en minúscula. Si era algún intento de destacar o llamar la atención o algo. Y lo cierto es que no tiene que ver con eso -aunque reconozco que sería una explicación mucho más atractiva.

Resulta que a mí el equilibrio entre las cosas me parece estético. En una bandada de palomas blancas, un cuervo negro embellece la escena de una forma que no puede conseguir otra paloma blanca. Me gustan los contrastes entre las letras, así, unas más altas de otras. Estética, como decía.

O manía. Que también puede ser.